El problema de La Concertación no es nuevo, ni es un fenómeno ocasional, ni mucho menos un invento mediático. Es real y se arrastran notoriamente desde el gobierno de Ricardo Lagos.
El desgaste de sus figuras, de las ideas, el surgimiento de nuevas aristas y actores políticos, propiciaron la irrupción de figuras que discrepaban e increpaban a miembros de su propia coalición, cuando los temas de corrupción comenzaron ha hacerse públicos a mediado del 2003. Con el correr de los hechos y el tiempo aparecieron gracias a la oportunidad, las viejas logias y escuelas ideológicas que han marcado por décadas a aquellos partidos políticos que son gobierno.
Además del desgaste natural que implican 20 años de poder, la coalición de gobierno ha perdido su núcleo, su motivo de creación y vida, su fuente de inspiración y lucha, su norte en definitiva. Ha perdido a Augusto Pinochet, quien fue su bandera de lucha durante los años de dictadura y que les daba un ideal en común, que hasta septiembre de 1973 difería una enormidad entre aquellos partidos.
La palabra “díscolos”, que es acuñada habitualmente por la política y los medios de comunicación del país, tiene entre sus más grandes figuras al Senador Adolfo Zaldivar, cabeza de los “colorines”, grupo de vieja influencia dentro de La Democracia Cristiana (DC), quien dejo de ser del partido por culpa del otro bando, los liberales (de Gutenberg Martínez), que es básicamente un sector de la DC más inclinado al socialismo.
El Partido Socialista no escapa de este fenómeno, teniendo como referente máximo a la “Vedette” de los medios de comunicación por estos días, Marco Enríquez-Ominami. El “fenómeno” ha acaparado la atención de los medios quienes han visto en él una fuente de lucro y entretención, al ver como el novel político logra sacar del camino a un “peso pesado”, como lo es el ex Presidente y candidato Eduardo Freí.
La gran cobertura a sus movimientos y el aumento de su tiempo en radio, televisión y diarios, es reflejo del nuevo circo romano que los medios han logrado crear, gracias a la popularidad, cercanía y por supuesto las encuestas que se suscitan cada semana sin un mayor análisis serio. Básicamente la idea es bajar a Freí y extrapolar esta contienda a la otra arena política que sería un enfrentamiento con Piñera, quien por culpa del “fenómeno”, también esta comenzando a perder terreno popular.
Lógicamente los dos conglomerados de noticias en papel del país, El mercurio y Copesa, quienes tienen fuerte influencia derechista, quieren como propósito facilitar la llegada de Piñera a La Moneda. Para esto dedican muchas páginas en cubrir cualquier hecho que resulte apremiante para la concertación, la cual le facilita bastante las cosas, recodemos nada más el incidente Escalona-Gómez, donde Socialistas y Radicales se enfrascaron en una disputa digna de los tiempos de Gabriel Gonzáles Videla y la “ley maldita”.
En televisión, sólo TVN muestra una versión transversal de los hechos tratando de conciliar a favor del Gobierno los actos del conglomerado. Chilevisión, Mega y Canal 13, muestran parcialidad lógica debido a sus intereses ya conocidos por todos, lo que no les quita su cuota de objetividad al momento de informar. La Radio, con sus pocos medios informativos actualmente mantiene una paridad entre Cooperativa (concertación) y Agricultura (derecha), donde se baja y se aumenta el perfil respectivamente a la discordia partidista.
La mayor influencia en los medios, es la irrupción del candidato Marco Enríquez-Ominami, levantando una propuesta de la cual no se sabe masivamente su proyecto de gobierno. La gran cobertura ha hecho que una simpática propuesta, gracias a las encuestas, se convirtiera en una opción real de gobierno. Esto nos refleja una vez más que el mass media es un arma determinante para el beneficio de un grupo de poder.